CAPITULO V
DE OIARTZUN A ALGECIRAS
Gamazo lleva una pieza para el camión
de uno de los secuestrados por los kurdos en 1981.
Antes de salir, como íbamos al mismo destino y nos teníamos que
ver en Algeciras para montar en el barco y pasar al otro lado del estrecho,
hablamos con Gamazo, y nos contó que le habían encargado transportar a El Aaiún
una pieza (una bomba de agua) para sustituir a la que estaba rota del camión de Ameyugo, un alquilado que había transportado ya
estructuras como las que llevábamos nosotros y que se había quedado allí
tirado. En esos sitios como no te
arregles tú el camión, no lo va a hacer nadie, pues en el desierto no hay talleres.
Ameyugo, junto con Azanza, Loigorri
y otros dos más que no recuerdo, en un viaje anterior que hicieron a Irak, el
12 de junio de 1981, fueron apresados y estuvieron secuestrados durante diez
horas por los kurdos. Según cuenta Azanza en una entrevista que le
hicieron para El Diario Vasco en diciembre de 2010, no hubo heridos, pero les quemaron dos
camiones y ametrallaron a los otros.
Iban a Solimanilla, que era el Kurdistan
ocupado por los iraquíes. Habían cargado cinco camiones de chapa ondulada para
una fábrica de azúcar y pasaron por Kirkur, ciudad petrolífera, donde se vieron
obligados a bañarse debido a que hacía un calor sofocante, entre cuarenta y
cincuenta grados. Como no tenían trajes de baño, se cortaron los pantalones.
Más tarde, al pararse a cenar, se vieron apuntados por las metralletas de cinco
guerrilleros kurdos. Les llevaron a una pequeña aldea y estuvieron allí desde
las siete de la tarde hasta las cinco de la mañana, momento en que un comando
iraquí hizo huir a los kurdos y los liberó. Refiere Azanza que en aquella época hizo ocho viajes a Irak, la mayoría a
Bagdad, y no tuvo más percances.
Nos “sustraen” gasoil en un pueblo de
Burgos.
Una vez recibido el dinero, las instrucciones y los
papeles, mi hermano Miguel y yo nos dispusimos a salir. Primero echamos gasoil
en la gasolinera de Lintzirin, enfrente de la propia sede de San José. Llenamos
el depósito, que tenía quinientos litros de capacidad. Mi vehículo era una cabeza tractora Renault
355, apodado en la jerga del gremio “gitano con gabardina”, porque tenía un
motor Barreiros, que era español y sin embargo la cabina y el nombre (Renault)
eran franceses, y se les suponía superior categoría.
Unas tres horas después, estábamos cenando en “La espiga de
Oro”, un restaurante situado a la entrada de Santa María Ribarredonda, pueblo
de Burgos cercano a Pancorbo, en el que había un amplio parking para camiones.
Allí pasamos la noche, durmiendo cada uno en una de las dos camas que tenía la
cabina. Lo bueno que tenían las cabinas Renault es que eran espaciosas.
El día 8 de febrero, viernes, tocó
el despertador a las siete de la mañana y al espabilarnos oímos unas voces
alrededor. Apartamos las cortinas y vimos que había gente maldiciendo y haciendo
aspavientos. Pusimos el contacto para arrancar el camión y nos dimos cuenta de
que la aguja del depósito de gasoil marcaba un poco menos de la mitad.
Enseguida llegamos a la conclusión de que nos habían robado gasoil, unos
doscientos cincuenta litros. Nos vestimos, bajamos y se confirmaron nuestras
sospechas, porque el depósito del gasoil estaba destapado y el tapón en el
suelo. Vimos que había muchos otros camiones afectados. Fuimos todos al
restaurante para llamar a la guardia civil y denunciar el hecho pero mientras
los demás llamaban por teléfono, nosotros desayunamos y tomamos la decisión de
marcharnos, porque no íbamos a conseguir nada más que perder el tiempo.
Desde Burgos a Algeciras por la ruta
de la Plata.
Así que partimos sin dilación y nos
fuimos a echar gasoil a “La Brújula”, a llenar el depósito que nos habían
vaciado hasta la mitad. Después de salir con el depósito lleno, se nos planteó
la duda de qué ruta debíamos elegir para llegar hasta Algeciras, si la de
Madrid o la de Valladolid (Ruta de la Plata, que por lo que se ve significa
camino empedrado y nada tiene que ver con el preciado metal). Elegimos esta
última opción. La carretera estaba más machacada, pero nos parecía más
llevadera por ser más llana y haber menos tráfico. No había entonces autovías
ni variantes, la carretera era de doble dirección y pasábamos en general por el
centro de las ciudades. La ruta elegida resultó ser verdaderamente mala.
Pasamos por el centro de Burgos, por
un lado de Valladolid y por todo el centro de Salamanca. Paramos a comer en un
restaurante situado entre Salamanca y Béjar. Creo recordar que, atravesado
Béjar, se estrechaba la carretera para pasar por debajo del arco de un puente
que podría ser romano. Los camiones debíamos cruzar por el mismo centro de la
carretera, porque si nos ladeábamos podíamos rozar con lo más alto y destrozar
el toldo. Después de haber dejado atrás Plasencia y llegado al pueblo de
Cañaveral recuerdo que bordeábamos durante un buen rato un pantano que se llama
embalse de Jose Maria Oriol.
Llegamos a Cáceres y una vez pasado fuimos hacia Mérida.
Paramos a tomar café en el cruce de las Herrerías y fuimos a cenar cerca de las
Pajanosas, con la intención de madrugar para pasar Sevilla cuanto antes y poder
llegar a Algeciras con el tiempo necesario para hacer los trámites y embarcar.
Hacia las 12 del mediodía del día 9 de febrero, sábado, estábamos en el puerto de Algeciras.