LA
NIEVE
Ya
estaba mosqueado cuando le mandaron a cargar esa mercancía.
–que no, coño, que no voy a cargar alfalfa, que
me conozco el tema. La descarga siempre suele ser en un caserío perdido, y hay
que andar por caminos de cabras.
-
Pues hay que llevarla urgentemente y el único camión libre es el tuyo. Venga,
te damos cien euros más por las molestias-.
-Pero joder, si es pleno invierno y me voy a
quedar atrapado en la nieve.
-
No te preocupes, que han dicho que no hay ni rastro de temporal.
Así que allí se vio cargando la
alfalfa. La carga no fue mal, aunque tuvo que sujetarla con unos cuantos
cinchos. Salió pitando para llegar al destino antes de que cambiara el tiempo.
Pero en terreno montañoso el tiempo es cambiante. Y al día siguiente, cuando
faltaban un par de horas aproximadamente de ruta y se empinaba la cuesta, unas
nubes muy negras cubrieron la zona por completo.
Cuando comenzó la subida estaba
sobre ascuas. “Seguro que este cabrón de sitio está en la punta de la montaña.
No vuelvo a hacer otro viaje como este ni harto de vino. Al de la oficina me lo
como. Como empiece a nevar, no voy a poder ni moverme.”
Cuanto más se oscurecía el cielo,
más improperios iba diciendo: “ese hijoputa me ha encasquetado a mí el viaje
que no quiere nadie. Lo mato, lo mato y lo mato. Me cago en la madre que lo
parió. Y quedan todavía veinte kilómetros. El Tourmalet, una mierda al lado de
este pueblo. ¿pero dónde coño está?. Me van a comer los lobos.” Etc. etc.
Por fín, divisó cuatro casas mal
construidas y a la entrada aparecía el nombre del pueblo. Le estaban esperando
el casero, su mujer y su hija con la maquinaria para descargar.
-
Rápido, que va a nevar de un
momento a otro.
Dicho y hecho. Se puso a nevar como si no hubiera nevado nunca. Y allí
estaba él, sonriente por fuera, pero jurando y perjurando por dentro. En muy
poco tiempo se puso el suelo más blanco que un folio de cinco estrellas. Ayudó
como pudo a que la descarga fuera la más rápida posible, pero llevó dos horas.
Acabaron empapados, aunque consiguieron resguardar toda la alfalfa. Ahora bien,
el camión y él se tuvieron que quedar allí dos días, porque la nieve no cesó de
caer.
Pero lo que es la vida, hay viajes
que empiezan bien y terminan mal, y otros que empiezan mal y terminan bien,
como este viaje. Resultó que se fue sintiendo cómodo y arropado por la familia
de caseros, y al final fueron dos de los días de más grato recuerdo de su vida.
Como estaba empapado, tuvo que cambiarse de ropa, lo acogieron en su casa los
caseros con gran generosidad, y la hija lo trató tan bien que…Ahora es su
esposa. No ha dejado el camión, pero se dedica también a la agricultura y a la
ganadería. ¡Ah! Y todos los viajes de alfalfa que vuelven a salir los lleva él.