jueves, 27 de febrero de 2014

NOS ENCARGAN EL VIAJE A EL AAIÚN



Nos encargan el viaje desde Lyon a El Aaiún, cargamos y viajamos hacia España.

            Llegados al destino y mientras descargábamos fui a llamar por teléfono. Por entonces no había móviles, había que comunicarse por medio de teléfonos fijos. Llamé con un teléfono de la fábrica a la oficina que tenía San José en París, y la mademoiselle Mauriceu (creo que se llamaba así o algo parecido), me comunicó la nueva misión. Debía cargar en la propia ciudad de Lyon y el destino era El Aaiún, en el Sahara. Era una mercancía urgente.

            Ya veía el panorama. Los dos siguientes fines de semana no iba a pisar por casa, siempre y cuando todo fuera bien, pues podría haber dificultades y prolongarse la ausencia. Pero no puse objeciones. Por un lado, porque eran muchos kilómetros entre la ida y la vuelta, que sería de vacío hasta España, y a nosotros nos pagaban por kilómetro. Y por otro lado porque debido a la gran nevada, no habíamos trabajado casi nada durante el mes de enero y necesitábamos compensar esa pérdida. Además, me encontraba en plena juventud y la expectativa de una aventura como aquélla era para mí irresistible. No podía dejar pasar esa oportunidad. 

            Después de descargar y de recoger los papeles pertinentes, nos dirigimos hacia el lugar de la nueva carga, que no quedaba muy lejos, a unos veinte kilómetros. Allí nos encontramos con un chófer de San José, “Pies Sucios”, que estaba esperando a cargar lo mismo que nosotros. Los compañeros le habían puesto ese mote, pero su nombre era Miguel Rebollo y tenía entonces un camión MERCEDES. Nosotros teníamos camión RENAULT. En la empresa de San José, muchos de sus chóferes y alquilados teníamos motes o diminutivos. De entrada, nos comunicó que la mercancía estaba sin terminar de hacer, y que había que esperar hasta el día siguiente, cosa que nos confirmaron en las oficinas. Estaba lloviendo a cántaros. Menos mal que llevábamos libros y cuando no estábamos en el bar, nos poníamos a leer para pasar el tiempo.

            Hubo que desmontar el costado para cargar, cuando en esa época, los pilares de las gabarras eran desmontables pero no por piezas, sino enteros, y había que quitarlos a mano, con lo que pesaban. Los toldos había que recogerlos también a mano, también eran muy pesados, y además había que subirse encima de los arquillos para desmontar el toldo y para montarlo. Después había que quitar las cartolas y los arquillos. Por cierto, no eran de aluminio como ahora, no existían los tautliner. Yo las llamaba gabarras “Rambo” porque eran todo músculo.  Las gabarras estaban montadas con hierros.

Pero las estructuras que íbamos a cargar eran delicadas y costó mucho tiempo hacerlo, varias horas. Teníamos una gabarra de dos ejes, y la carga pesaba bastante, veintitrés toneladas. Nos enviaron a hacer aduana al aeropuerto de Lyon-Bron, de donde salimos con el camión precintado. Después vinimos por la autopista de Lyon-Narbonne-Toulouse y desde allí hasta Oiartzun por carretera nacional, porque todavía no estaba construida la actual autopista.

Revisión en la Frontera de Irún

            Al llegar a la frontera de Irún la mañana del día 7 de febrero, jueves, el guardia civil que estaba encargado de controlar el paso de vehículos nos hizo entrar en la Explanada de Camiones. Siempre pasaba lo mismo, cuando había prisa, todo se ralentizaba. Al entregarle los papeles, el guardia civil iba eligiendo los camiones que debían pasar revisión, haciéndolos entrar en la Explanada. A los que no les hacía entrar, les sellaba el TIR y pasaban directamente. Como nuestro destino era El Aaiún, en África, ya éramos candidatos a revisión, aunque hubiéramos pasado aduana en Lyon.

            El transitario se ocupó de realizar todos los trámites para conseguir la salida efectiva del camión de la Explanada. Fuimos a comer a casa y a aprovisionarnos de todo lo que consideramos necesario. Por la tarde, Pedro Huarte, con su motocicleta, nos trajo los papeles para poder continuar el viaje. Arrancamos y nos dirigimos hacia San José en Oiartzun.  Al llegar de un viaje,  al comenzar otro, o al pasar en tránsito, debíamos parar en la sede de la empresa y subir a la oficina.

(continuará con la próxima entrega:
CAPÍTULO IV

 LA EMPRESA DE TRANSPORTES SAN JOSE)