sábado, 1 de febrero de 2014

CAPÍTULO III : IDA A LYON Y VUELTA A OIARTZUN.




CAPÍTULO III

IDA A LYON Y VUELTA CON LA CARGA DESTINADA A EL AAIÚN HASTA OIARTZUN


Enganche en el Polígono de Lintzirin, cambio de moneda  y  descarga cerca de Lyon.

Dos semanas después de la desaparición de la ola de frío, el 4 de febrero de 1985, lunes, enganché un remolque cargado en Lintzirin, polígono sede de la empresa de Transportes San José, para descargarlo al día siguiente en Chassieu, una localidad francesa próxima a Lyon. Llevé conmigo de copiloto a mi hermano Miguel, que entonces tenía 17 años, para que fuera aprendiendo el oficio.

            Antes de salir de viaje, nos asegurábamos de cambiar pesetas por francos en cantidad suficiente para poder pagar la comida en los restaurantes y las posibles multas, que entonces eran frecuentes, que pudieran ponernos los gendarmes. Para conseguir cambio, si podíamos no lo hacíamos en los bancos, que era el sitio más caro, sino en las tiendas y gasolineras que había a ambos lados de la frontera, que aceptaban moneda siempre a un precio inferior al cambio oficial. Por si acaso, cuando entrabas a cambiar te miraban con recelo al principio hasta cerciorarse de que no eras ningún policía o algo similar. Sabían muy bien con quién trataban al primer vistazo.

Las multas eran debidas a que algunas veces teníamos que pasarnos en el tiempo de conducción que se reflejaba en los discos, por ejemplo cuando estábamos en cola por accidentes y no podíamos aparcar para hacer la pausa. En esos casos, cuando nos paraban los gendarmes ya sabíamos lo que nos esperaba. Había veces que llevábamos los discos bien y entonces nos multaban por llevar una rueda desgastada.  Pero con lo que había que tener más cuidado era con el gasoil, porque no podíamos pasar más que cien litros de gasoil de España a Francia, y nosotros siempre llevábamos quinientos. Ahora bien, los gendarmes en la zona fronteriza se dejaban sobornar. Cuando nos paraban les alargábamos la mano para chocarla con una moneda de diez francos en ella, les mirábamos a los ojos, recogían la moneda y nos daban paso. Si no les dábamos dinero, metían una varilla en el depósito que señalaba hasta dónde llegaba el gasoil y nos hacían pagar la multa. La mínima era de 600 francos.

            En Francia, aparte de lo dicho, había otro respeto. España es una nación que nunca ha sido de nadie. Sin embargo, los franceses cuidaban su país. En cuanto pisábamos allí, teníamos que andar con cuidado con los lugares donde echar la basura, porque cualquiera te denunciaba. En España no habíamos sido capaces de hacer ni un Centro Routier. Sin embargo, en Francia desde hacía tiempo había bastantes, con sus servicios de todo tipo: gasolinera, restaurante, aparcamiento de por lo menos doscientos camiones, servicios con duchas muy bien servidos, etc. Hoy en día, Francia se ha globalizado y ya es muy parecida a España, que, aunque seguimos despreciándola, ha mejorado muchísimo en general. Por ejemplo en las carreteras, según mi opinión, mejoramos a Francia, aunque seguimos con muy pocos Centros de Transportes.

Volviendo al viaje, en la radio, que era y es nuestra compañera más fiel, se transmitían las recientes noticias. España volvía a abrir la verja que la comunicaba con Gibraltar al paso de vehículos y firmaba la convención de la ONU contra la tortura. Pero la noticia más comentada fue la referida al descubrimiento de una evasión de capitales que afectaba a la alta sociedad, supuestamente organizada por un diplomático, que posteriormente acabaría en Uruguay después de haber pasado 40 días en la cárcel de Carabanchel. En España mandaba el primer gobierno del PSOE desde el 3 de diciembre de 1.982.  

(Continuará).