lunes, 17 de septiembre de 2012

LA BURBUJA DEL TRANSPORTE

Cuando se habla de economía, los medios de comunicación nos machacan repetitivamente con distintos temas dependiendo de la situación social y de los intereses político-económicos, haciéndonos aprender palabras que nunca habíamos oído, como la “prima de riesgo” y otras parecidas, que nos acojonan cada vez que las oímos.


Hace unos pocos años se puede decir que reventó la burbuja inmobiliaria. Pero en ese mismo momento reventó a su vez la burbuja del transporte, pues han desaparecido muchas empresas de transportes, sobre todo autónomos y casi no se ha hablado sobre ello.


Todo ha sucedido debido al hecho de que las condiciones económicas de los contratos de los transportistas autónomos eran cada vez más leoninas, porque los plazos de cobro del transporte realizado eran tan largos que éstos han estado financiando con su sacrificio a las empresas cargadoras. Pero como todo es una cadena, y estas grandes empresas cargadoras dependían de las multinacionales (grandes superficies, grandes grupos financieros, etc.), y de las Administraciones Públicas, que eran las beneficiadas, cuando han llegado las dificultades, la cadena se ha roto por el eslabón más débil y el menos protegido de todos: el transportista autónomo.


Esto nos ha llevado a una quiebra general. Frecuentemente nos encontramos con ejemplos de diferentes fábricas que cierran y los transportistas van todos a la ruina porque se les debe muchos millones de su trabajo de varios meses, habiendo tenido que pagar ellos con créditos y con antelación los gastos de su trabajo.


La ley de Morosidad establece un plazo máximo de pago a proveedores de 60 días a partir del 1 de enero de 2013. No está mal, pero es un plazo todavía muy largo, porque 60 días pueden convertirse en 70, 80 ó 90, y nuestros principales pagos (gasoil, autopistas, letras) hay que hacerlos al mes. En Francia existe una Ley (Loi Gayssot) que obliga al pago a 30 días, y si no paga el que ha contratado con el transportista, se puede reclamar el pago a la fábrica en la que se ha cargado.


Por eso, necesitamos que el Gobierno lo estudie y tome las medidas necesarias para que la diferencia de tiempo entre los ingresos y los gastos de los transportistas se reduzca al mínimo.


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Este artículo es el primero de una serie que espero que sea larga en la que se combinará seriedad, humor, críticas y anécdotas. Todo relacionado con el mundo del transportista autónomo. Espero que os guste.